domingo, 6 de julio de 2008

fin de semana de Shandris y Nagi

Sábado

Shandris abrió los ojos con lentitud. Inmediatamente, y con un gesto de molestia, volvió a cerrarlos. El solo pensar en que tendría que vivir con esas chicas ruidosas por sabe dios cuanto tiempo le causó nauseas.

“Maldición.” Se dijo, irritada. Mientras se estiraba, una sensación de hormigueo intenso en los pies la molestó. Además un bulto pesado le impidió moverse bien. De inmediato dirigió la mirada hacia abajo.
-Tiramisu….- dijo con seriedad. –Bájate ahora mismo.-

Un gato gris azulado, de tamaño mediano y bastante peludito, la miró con los ojos semiabiertos y ligeramente hinchados de tanto dormir.

-Maaaaauuuu…- maulló el gato con esperanza de convencer a Shandris de quedarse un rato mas ahí.
-Nada de maauu, bájate ahora mismo, me cortas la circulación.- Shandris se sentó, lentamente y como pudo, en la cama, mientras Tiramisu jugaba a perseguir los pies de su humana. Un suspiro junto a Shandris llamó la atención de Tiramisu, quien de inmediato brincó hacia la fuente del ruido, como jugando atrapar una presa.

Shandris intentó quitarse de los pies la sensación de adormecimiento sacudiéndolos y moviéndolos, mientras Nagi se sentaba en la cama y miraba a Tiramisu.
-Buenos días…- dijo Nagi acariciando la cabeza del gato, quien lo tomó como ocasión para jugar atrapando su mano, mordisqueándola y pateándole el brazo. –Buenos días, Shan.-
-Buenos días…- dijo irritada, mientras apenas se ponía de pie, aun con la sensación de adormecimiento ligeramente presente.
-Mala noche?- Nagi la miró con interrogación, mientras Tiramisu ya jugaba a perseguir su cola en la cama.
-No…pero el solo pensar en esta gente me irrita sobremanera.-
-No lo tomes así. Vinimos a hacer un trabajo, velo como un mal necesario que enriquecerá nuestro resultado.-

Al oír esto, Shandris dirigió la mirada a Nagi. –Supongo que tienes razón…- luego, se dirigió al baño con calma mientras Tiramisu ya saltaba y corría por todo el cuarto chillando por comida.

Un poco más avanzada la mañana, Shandris ya estaba sentada revisando algunos documentos relacionados con su “otro trabajo” fuera de SIE. Nagi, por su parte, se entretenía jugando con Tiramisu mientras veía un programa al azar de la televisión.
Shandris miró a Nagi. –Salgamos. Quiero ir de compras.-
-Y que quieres comprar?.- le preguntó con calma Nagi.
-No sé, pero quiero comprar algo. Vamos.- dicho esto, Shandris tomó su bolso, la mano de Nagi y salió jalando al muchacho mientras Tiramisu los miraba sin entender. El gato miró como cerraban la puerta y luego, mirando alrededor, comenzó a pensar cuál sería el mejor lugar para dormir.
Algunos cojines cayeron al piso, junto a la ventana. Tiramisu maulló satisfecho, y se tumbó entre los cojines a dormir el cómodo sueño de los gatos, mientras el sol le caía sobre el cuerpo peludo y la suave brisa que entraba por la ventaba abierta lo acariciaba.

El resto del día, Shandris y Nagi la pasaron en Tokio de compras. Shandris compró mas ropa de la que se pondría probablemente, y Nagi se limitó a comprar un par de suéteres que Shandris insistió que llevara.

A Nagi le parecía particularmente gracioso que todos pensaran que él y Shandris eran una pareja. Lo que las personas no sabían era que la cercanía emocional entre ambos poco tenía que ver con el enamoramiento, y mucho tenía que ver con sus poderes. Shandris era una poderosa empática, y Nagi, como apenas comenzaba a desarrollar sus poderes, había encontrado en ella no solo a una mentora, sino lo que él conocía como “barrera”. Para un empático inexperto, tener cerca a alguien que bloqueara a los demás para él era como un regalo divino. Le daba un respiro. Nagi estaba seguro de que si tuviera que enfrentar solo a SIE, le hubiera estallado la cabeza la noche anterior.
Sin embargo, Nagi se preguntaba por momentos si era un precio justo el tener que recorrer media zona comercial de Tokio con su barrera, quien compraba compulsivamente botas.
Nagi suspiró, envidiando a Tiramisu el gato. Sabía que aun era temprano y Shandris aun no había agotado el crédito de su tarjeta..Tiramisu debía estar profundamente dormido, disfrutando…

Sin embargo, Tiramisu no estaba precisamente dormido. Husmeaba por toda la casa escondiéndose del resto de los habitantes, una habilidad para la cual lo habían entrenado bien. Así, aprendió que había más gatos en la casa, que la chica que cocina lo hace muy bien, que la niña pelirroja tiene un ave que debe ser muy sabrosa, que la otra niña de pelo azul huele a dulces, y que el señor de los cuchillos es un poco chistoso aunque más vale no acercarse a él.
Un día largo llegó a su fin cuando Shandris y Nagi finalmente regresaron cerca de las 10 de la noche a la casa, llevando regalos para Tiramisu. Los tres se encerraron en su habitación, procurando ignorar a los demás.

Domingo

La rutina de levantarse de la cama se repitió, con Tiramisu durmiendo en los pies de Shandris, y esta levantándose de mal humor. Nagi pensó que probablemente sería así el resto del tiempo, y se convenció de que podría convencer a su amiga de relajarse un poco con el tiempo. Luego se acordó de que había muchas personas en la casa y prefirió taparse hasta la cabeza con las cobijas.

El día avanzó sin muchos percances para Shandris, quien se metió en un libro de la lectura del café. Nagi, por su parte, prefirió dormir acompañado de Tiramisu, hasta que a la hora de la comida Shandris se los llevó a ambos a un restaurante en Tokio donde también hay servicio para gatos. Nagi y Tiramisu se divirtieron bastante, y Shandris disfrutó el hecho de poder estar lejos de la casa.

Lo había meditado desde el día anterior, pero apenas se había dado cuenta de que era lo que le irritaba tanto de la casa. No eran solamente las niñas ruidosas…

No, había alguien más.

Pero también una cosa más….la casa misma…tenía algo peculiar.

Sin duda alguna, ya se enteraría. De cualquier manera, su trabajo era vigilar a alguien, entre otras cosas…y ese alguien tenía la capacidad de saber qué era eso que estaba en la casa.

Shandris prefirió seguir disfrutando su tiempo libre, sabiendo que pronto tendría que ponerse a trabajar. Eso significaba dejar a Nagi solo en la casa, y por lo menos la consolaba en el hecho de que Tiramisu estaría con él. Porque, ella sabía bien, Tiramisu no era un gato común.

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