domingo, 6 de julio de 2008

llegada de Tori

Mansión Ishiba Shinobu

La melancolía forma parte de la vida, pero el día de hoy se respira en el ambiente. Ni aún los jardines tan amplios de la Mansión Shinobu son capaces de borrar este sentimiento. La figura central parece sólo reafirmar la melancolía del momento, pues un sauce llorón levanta sus ramas al cielo, pero sus hojas caídas hacen también decaer el semblante. Su reflejo en el pequeño lago contiguo hace un esfuerzo por recordar la alegría de la vida.

Dentro de la mansión, abierta de par en par, se divisan los ocupantes: una pareja adulta y una joven doncella, que se prepara para una ceremonia del té que es el preámbulo a su partida del hogar. Luego de finalizada la ceremonia el hombre adulto, su padre, la abraza efusivamente – No quiero dejarte ir, pero es la única manera en la que puedes proteger y ayudar a tu familia -. La joven sólo alcanza a decir – Soy yo la que ha tomado la decisión de protegerlos y lo haré aún a costa de mi vida-. Con estas últimas palabras la joven se despide de su familia, toma la maleta y se dirige a una limusina que la llevará a un lugar donde nada está escrito.

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